Níbel Aurix: El dragón dormido (Parte 3) El Predicador en Chihuahua.

Debió ser más evidente pero no lo fue, al menos no inmediatamente. La historia se contaba como todas pues siempre es la misma; cualesquiera que sea el lugar, cualquiera que fuere el método, el rol llegó y anidó en las personas que lo probaron pues todas tienen una necesidad personal de expresarse que solo el rol puede aliviar. En ese sentido Chihuahua no era diferente, como tampoco lo era que los primeros roleros buscaran avivar la flama. Empero, lo que sí era diferente era el entusiasmo, el compromiso, el respeto entre roleros.



Sería fácil decir que es un asunto de pequeñas diferencias. Chihuahua es una ciudad pequeña a comparación de la Ciudad de México, y la mayor parte de ella es accesible a pie, pero no se trata de a qué hora te puedes retirar de una sesión, se trata de qué elegir para darle prioridad, no por tu gusto, sino por respeto al tiempo ajeno. Ese es el espíritu que había en esas mesas.

Pequeñas diferencias... "Seguro que no quieres otros tres".

El Predicador había jugado con ellos como se jugaba en aquellos infames días de narrador contra jugador, y los presentes recibieron el reto con gusto ¿Por qué? Porque era algo nuevo para ellos, aunque tuvieran bien definido sus gustos: sistemas tácticos o sistemas narrativos, no experimentaban esos viejos vicios de haber crecido en un momento donde teniendo poco de donde escoger, la mayoría de los jugadores prefería lo malo por conocido que lo malo por conocer, un miedo rolero viejo, uno 100% anti mexicano.

Recreación de la prisión del cura Hidalgo.

Particularmente maravilloso, porque fue uno de los que estuvieron con él desde el principio que tuvo que despedirse porque por mucho que quisiera quedarse a ver que más seguía, había quedado con su mesa y su máster, buscando honrar ese compromiso. Recordar esos momentos cuando el rol era "nosotros" en vez de "mí", sacó una sonrisa a El Predicador, de la misma manera que le mostró de qué estaban hechos sus anfitriones.

"Me quedaría pero ya había quedado con mi mesa... aún asi mejor semana de mi vida".
Gracias .

Así que era tiempo de un nuevo reto, así que El Predicador sacó de su manga una nueva propuesta,  algo humilde pero sencillo, una herramienta para enseñar a jugar, una utilidad para explorar dramas, una arma para matar el pretexto de "no tengo".

Solar: Bajo los días de Concordia es un libro tributo a AD&D. En realidad aunque la única semejanza es el acomodo de stats y el concepto de ThAC0, pretende simplificar el sistema para hacer personajes en 10 minutos con gente completamente nueva, enseñar a explorar el estilo de la mesa sin limitarse al combate y animar a los jugadores a narrar usando lo que necesiten y no más. Así los jugadores que se dicen nuevos, jugaron un complot político sin levantar un solo dedo, mientras que el verdaderamente nuevo tuvo la gloria de batirse en combate, pero al final todos aprendieron que no existe tal cosa como la acción sin consecuencia.

¡Como se atreven a jugar AD&D sin combatir!

Después de eso fue que El Predicador notó que el "somos nuevos" con la que se presentaban era humildad, no una medida de su habilidad, así que decidió llevarlos al máximo. Y pese a la comodidad del centro de operaciones que su anfitrión le había dado, esta vez la pelea se llevó afuera al capricho e inclemencia de los Dioses Raramuris.

Se llama Bigote.

Si parece el paraíso, es porque para algunos lo es.


El suelo humedo de algunos.


Pero no sin antes sobrevivir a una discada. ¿Recuerdan aquello de un "asunto de pequeñas diferencias"? Pues no se limita a que su cielo es azul, sus mujeres divinas y su transporte público se llama Vivebus en vez de Metrobus. No, son un poco más profundas, porque ellos creen que todo debe llevar carne (la ensalada de pollo la lleva), que un burrito de una cuarta es natural y que un corte de carne de ocho kilos es una comida común y no un pase directo al cardiólogo. Y claro, el sazón. Ese sabor tan orgánico y natural que se aprecia tanto en la consistencia de los platillos como en su degustación. Ah.. Pero esta es una crónica de rol, no de comida, sólo que me pareció pertinente mencionarlo porque "máster con el estomago lleno obra milagros".

Dos mesas haciendose una.

Preparados para jugar sin la tiranía de los dados, El Predicador simplificó un sistema para permitirles el roleo en una crónica de suspenso. No de terror porque no puedes asustar a quien mata dragones... El ejercicio consistió en convertir a todo jugador en narrador para mostrarles que es responsabilidad de ellos, y no del Máster mantener la atención de sus compañeros al seguir la trama mientras vuelven a tener una participación. Los jugadores se mantuvieron a la altura de las circunstancias pero a las 3 de la mañana (después de comenzar a las 7pm) algunos se tuvieron que retirar. Y ya que a El Predicador no le gusta dejar las cosas inconclusas, en vez de terminar, le subió el nivel. ¿Cuánto? En la escala de moderado, alto, agresivo y máximo, lo llevó a Nivel: Aurix. Y valió terminar a las 7am.

Los ojos malignos fueron inintencionales.

Ver a los muchachos agotados pero adrenalínicos y saberse narrativamente retado, puso todas las piezas en su lugar, el dragón que buscaba no era un mito ni estaba dormido. El famoso Níbel Aurix era una bestia tan gigante como Chihuahua que se reinventaba en cada mesa, en cada jugador, creciendo y moviéndose a veces hacia un lado, a veces hacia otro pero siempre como un todo, porque aunque el estudio fotográfico, La Mascarada en la Quinta Gameros, o esta red de jugadores con múltiples mesas, se trata menos de sus organizadores que de sus participantes, y ellos continúan en movimiento redescubriéndose precisamente en eso: un dragón.



El Predicador se retira. Se lleva mucho más que buenas impresiones, se lleva amistades, y no es exageración pues sabe que la amistad que en el rol nace perdura. Y sin menospreciar ese maravilloso recurso, se lleva el gusto de volver a explorar lo que se dio por sentado, volver desde abajo, cuando todo era maravilloso, reintentar los sistemas y ambientaciones no como una demostración sino como una exploración autopersonal en servicio de los demás. 

El aliento de Nibel Aurix reavivó esa flama. Una que no destruye, sino que por el contrario, crea historias, mundos, amistades y sobretodo comunidad.



Un rolero en cada chihuahuense.

A Andrés Bustamante todo el cariño por esta oportunidad. A todos los demás, mencionados en conjunto no por falta de carácter distintivo sino porque son una gran familia, de todo corazón gracias por todo lo que dieron de buena manera y el doble de gracias por todo lo que encontraron de sí, ahí con ese que solo sabe predicar amor por el rol. 


Gracias.

Roleros somos y en el camino andamos.

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