El Orgullo en Ciudad Victoria.

"El orgullo precede a la caída". Vieja máxima que parece resumir la historia de los roleros de la misma manera que vaticina el lúgubre futuro de los que hoy comienzan su romance con el rol contenido en los dados, lápices y papel. No es cinismo, en todo caso parece ser un patrón que se repite inevitablemente; esos que te enseñaron, esos que no dormían preparando sesiones, esos que te estremecieron,  esos que lo dieron todo, hoy los miras cínicos, enojados; excluyentes.  Excesivos en su propia estimación de méritos exudan un aire de superioridad del que no puedes creer que todos esos años de entrega hayan terminado así, convirtiendo veteranos en sinónimo de cadáveres. Y Ciudad Victoria está repleta de ellos.


Su identidad no viene en el nombre sino en el orgullo; la manada.


Veteranos. Cadáveres si gustan, pero al más puro estilo de Vampiro: La Mascarada, añejados en el constante jugar de una comunidad que nació hace más de 25 años por dos hermanos que llevaron el juego y aunque terminaron dejándolo, dejaron tras de sí, un legado de agradecimiento por el rol, perpetuando el ciclo de enseñar rol, jugar rol y buscar siempre la excelencia.


Están orgullosos de lo que dan, de lo que hacen.


Porque esa es una característica distintiva de los jugadores de rol de Ciudad Victoria, ya que aunque experimentados con muchos jugadores que rondan entre los 20-25 años roleando, no pueden darse el lujo de ofrecer nada menos que lo mejor, pues crecieron pidiendo lo mejor de los que los iniciaron, mejoraron dándolo, y se aseguraron que cualquiera que ingresara en sus filas, lo exigiera como lo hicieron ellos.


Jugar y jugar; respetando todos los estilos, todos los métodos.


Sin embargo, a diferencia de los matusalenes y antiguos de vampiro, los vetustos roleros de Ciudad Victoria no estaban trabados en una yihad, todo lo contrario, eran aventureros, asediando castillos, explorando ruinas y sobreviviendo calabozos en Advanced Dungeons & Dragons, que si bien permanece como el juego favorito de los más viejos, en virtud de lo pedido y enseñado, tuvieron que renovarse para continuar formando jugadores que jóvenes e impacientes exigían, lo más nuevo, lo más desafiante.

Dicen que fue un accidente. Un par de matusalenes tras años de jugar en sus respectivas mesas, y las que se derivaron de ellas, se encontraron, charlando entre ellos se dieron cuenta que no eran un par de grupitos, sino un enjambre de roleros leales al dado.


Las reuniones no tienen lugar fijo y son informales, eso les basta y les sobra.


Poco después las mesas precedidas por sus propios veteranos se convirtieron en una gran comunidad, donde si bien no todo es miel, reunión tras reunión con el pretexto de echar partida fortalecieron los lazos que permitieron convenciones locales sin espacio fijo, sin necesidad de nada mas que ofrecer el pretexto para que diferentes jugadores interactuaran entre si, para mejorar la habilidad, para de buena gana ofrecer lo aprendido. ¿Promover el rol? No es necesario, porque ellos no conciben jugarlo sin ofrecerlo a los que se acerquen, precisamente como se les ofreció a ellos.


Y crecieron, crecen y seguirán creciendo...


¿Podrán entonces imaginar el conflicto que se despierta cuando los egos inevitablemente se miden? No. Ellos tampoco, porque no es la ínfula personal lo que los mueve sino el respeto a las capacidades de sus pares y sobretodo  el amor de ver crecer algo que es de todos, y se ha forjado entre todos. ¿Difícil de creer? Evalúen esto: hace un año tuvieron su primera gran reunión, en aquella decidieron premiar al mejor jugador, y lo hicieron de la única forma sensata para ellos, votando. Luego, en su posada anual decidieron votar al mejor Máster, y pronto sin necesidad cabildear, sin tomar partidos salió un nombre; Oscar Flamarique, el hombre que por mantenerse activo y siempre dar lo mejor de si para enseñar a los nuevos sin reparo  fue homenajeado como Mejor Master 2015.


Cada uno tiene su lugar, sus gustos y sus méritos: Todos son parte de la comunidad.


Y conste que no es que no hubiera otras personas que tuvieran la habilidad o mérito, no es el caso. En realidad se trata de que para los roleros de Ciudad Victoria, el ego es un estorbo al que no se le considera, porque todos han hecho su parte y los esfuerzos excepcionales se aplauden. Se igualan. Y sobretodo se superan para que establecer una nueva aspiración.


De derecha a izquierda los organizadores de las reuniones y eventos: Alejandro Garza, Demian Ayala Cabrales, Eugenio (invitado), Alan Gómez, Raúl Gonzales Compañ, Javier Amin Flores Assad.


Así, Demian Ayala Cabrales, Javier Amin Flores Assad, Alejandro Garza, Raul Gonzales Compañ y Alan Gómez mantienen a su costo la tradición de seguir ofreciendo los espacios, buscando los pretextos para reunirse, o al menos aplaudiendo los esfuerzos de sus compañeros. Y es gracias a esa actitud y solidaridad, que Alan Gómez haya logrado que la Universidad Autónoma de Tamaulipas ofrezca un taller optativo de juegos de rol que suma créditos a la carrera, pues no solo son una comunidad que no se ponen el pie, sino que se apoyan y alientan solo por ser roleros. 


Un evento gratuito para los jugadores, narradores e incluso expositores. No es negocio, es familia.


El 5 de Marzo del 2016, repiten este experimento. Se reunirán, y demostrarán cuanto han crecido en sus mesas para ganarse el honor de obtener un parche conmemorativo, que sin ofrecer más que portar la insignia, les dará el honor de batirse con sus pares por un premio que los organizadores obtuvieron de tiendas locales que por el esfuerzo de los organizadores de Juegos de Rol Ciudad Victoria, ya no pueden ignorar que los roleros son una comunidad que debe atenderse.

Una medalla en forma de parche.


Entonces, en Ciudad Victoria, donde los jugadores viejos se mantienen vigentes y dan lo mejor para que se les exija lo mejor, resultó cierto el adagio, "el orgullo precede a la caída". Pues es el orgullo, es decir el sentimiento de satisfacción hacia ese mérito que consideran el ser roleros, precedió la caída: del prejuicio, de las fronteras, de los egos, pero sobre todo del orgullo que en otros muchos lugares precedería una ruinosa caída.


Listos para ofrece lo mejor de sí, como siempre lo han hecho.


Gracias a Suh Roman por la dirección y facilidades para hacer esta semblanza posible. 

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